Ayer fue lunes, día de descanso nacional en muchas empresas españolas. El primer día de la semana es el que presenta mayores índices de absentismo laboral como consecuencia de los excesos del fin de semana.
Sin embargo, mientras que la crisis da dolor de cabeza a las empresas, ha curado el de sus empleados, que, ya sea por el temor a perder su puesto de trabajo o porque el bolsillo no da para muchos festejos, han decidido no guardar la fiesta de los lunes. Aún así, España está a la cabeza de Europa en absentismo laboral, entre un 5% y un 6%, una práctica que le cuesta al país hasta 30.000 millones de euros, según datos de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (Amat). El problema no está tanto en el trabajador que, un día puntual, decide quedarse en la cama porque ya no puede más, sino en aquellos empleados que practican el absentismo como si de un deporte se tratase y no hay enfermedad estacional, o incluso exótica, que no contraigan de forma regular.
El 83% del absentismo se debe a procesos de incapacidad temporal, que suelen derivarse de un accidente de trabajo y enfermedad profesional o bien a consecuencia de patologías comunes. En la primera categoría, se producen alrededor de un millón de bajas a lo largo de un ejercicio, mientras que el número de casos por una enfermedad común ascendió a seis millones en 2007. Las mutuas de trabajo han comprobado que el 25% de las personas a las que llaman para realizar una revisión se incorporan a su puesto al día siguiente para no pasar el reconocimiento. Desde Adecco señalan que las estadísticas demuestran que la mayoría de los casos de absentismo por enfermedad común es injustificada, por lo que este fenómeno “se ha convertido en uno de los principales problemas para las empresas europeas”, que incluso llegan a contratar detectives privados para demostrar que sus empleados están sanos.
Aunque las mutuas y la Seguridad Social desembolsan al año alrededor de 6.300 millones de euros como prestación económica por una baja, según cifras de Amat, el coste real del absentismo puede llegar a multiplicarse por cinco. Parte de este gasto lo soportan las empresas, que no sólo se hacen cargo de los primeros quince días de una baja, sino que también se ven obligados a contratar nuevo personal o hacer frente a retrasos en pedidos, etc., cuando la ausencia es prolongada. El absentista profesional Aunque los expertos no son capaces de identificar las principales causas del absentismo injustificado, la mayoría coincide a la hora de señalar la insatisfacción profesional como principal leitmotiv, seguido del síndrome postvacacional. Lo que sí existe es un retrato robot de las personas que más abusan del hoy no puedo ir a trabajar. Según datos de Adecco Training, las mujeres de entre 26 y 35 años, seguidas por las mayores de 55, son las que más faltan a su puesto a consecuencia de soportar una mayor carga familiar.
El perfil psicológico del absentista profesional se corresponde con el de una persona con un nivel medio de estudios, introvertida, insegura, de baja autoestima y con limitadas capacidades comunicativas, según explica Nekane Rodríguez, directora general de Creade Adecco Human Capital Solutions. El sector de actividad también es determinante, sobre todo, si se trabaja en la Administración Pública, además de la localización geográfica, ya que en Andalucía el índice de absentismo alcanza el 12%, recuerda el director de Proyectos de Development Systems, Juan Tinoco. En su opinión, en las causas del absentismo tiene mucho que ver “la idiosincracia laboral” del país, ya que, en su opinión, “en España carecemos claramente de una cultura de trabajo al nivel de otros países del entorno”. Ana María Pérez Castillo, responsable de Relaciones Institucionales del bufete Sagardoy Abogados, considera que el fenómeno del absentismo “es una cuestión enraizada en nuestro sistema de relaciones laborales. Una de las razones que fomentan esta situación es que son muchísimos los convenios colectivos que recogen como mejora el complemento de la prestación por incapacidad temporal hasta el cien por cien del salario”, con lo que muchos trabajadores en situación de baja no ven mermados sus salarios.
Medidas preventivas Ante este panorama, no hay directivo o empresario que no busque un remedio que actúa en forma de panacea para curar una enfermedad que, anualmente, le cuesta alrededor de 2.500 euros por empleado. Juan Tinoco explica que los pasos a seguir dependen del tipo de absentismo. En el caso de una empresa o sector en el que la causa principal son los accidentes de trabajo, es indudable que invertir en políticas de prevención de riesgos laborales será lo más efectivo. Para reducir el número de bajas estacionales, hay compañías que organizan campañas de vacunación que, aunque no evitan por completo que sus empleados no caigan enfermos, “si pueden llegar a reducir los días totales de baja”, apunta el director de proyectos de Development Systems. Cuando las causas del absentismo no son físicas, sino psicológicas, como la falta de motivación o el estrés, “es precisamente donde apreciamos un mayor atraso de las firmas españolas respecto a otros países”, asegura Tinoco.
En su opinión, para evitar estas situaciones es necesario desarrollar sistemas de análisis de riesgos psicosociales, profesionalizar más los departamentos de recursos humanos y trabajar aspectos tan intangibles como la comunicación interna o el reconocimiento profesional. Otro fenómeno, aunque encuadrado en el apartado de falta de motivación, es el papel del jefe tóxico, es decir, un directivo cuyo perfil es “el antagonismo al del líder coach, es decir, aquel superior que centra su trabajo en el desarrollo de su equipo para alcanzar objetivos”, apunta Tinoco.
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