Entre 1936 y 1945, Madrid y Lisboa fueron el hervidero del espionaje europeo mientras allende los Pirineos se libraba una guerra atroz en la que se jugaba la civilización occidental. Madrid era una ciudad desolada, gris, que olía a cacerola de repollo y con las cárceles llenas, pero en locales como Embassy (fundada por mujeres de diplomáticos aliados) elegantes nazis y pro-británicos se disputaban hombro con hombro el último canapé. Madrid era la fiesta del espionaje de altos vuelos. El criador de gallinas y jefe de las SS Heinrich Himmler era recibido con flamenco, paella y toros, atusado por los generales del Régimen. El embajador británico recibía pedradas de los falangistas y Ramón Serrano Súñer le telefoneaba: «¿Necesita usted más guardias?». «No, lo que necesito es que envíe menos manifestantes».http://www.larazon.es/noticia/6377-espana-la-casa-de-los-espias-por-martin-prieto
