A los trece días, se marchó su padre, Antonio, en extrañas circunstancias. Salió en un furgoneta blanca, propiedad de la empresa para la que trabajaba, y no regresó más. Aún se mantiene viva una orden de «detención y personación» sobre su persona, que fue dictada en el mes de mayo de aquel mismo año, poco después de que se perdiera la pista del menor.
La disposición obedecía al requerimiento judicial para que Antonio Monge prestase declaración a cuenta del caso, aunque no implicaría la emisión de cargos en su contra de manera implícita.
Sin embargo, la madre del menor, María Isabel, siempre ha culpado públicamente al padre por su conducta tras la desaparición de su hijo. De hecho, las declaraciones contradictorias de Antonio en los interrogatorios policiales, y detalles en su comportamiento revelados a lo largo de la investigación, reforzaron aún más la orden de búsqueda.
Después de tres años, apenas se sabe qué ha podido pasar en este tiempo. Durante los primeros meses, María Isabel insistía en que alguien tenía retenido a su hijo para que no volviera a casa ...
